HISTORIA

Hermès, de arneses para caballos al bolso más caro del mundo

En este mar de tendencias pasajeras en el que se ha convertido la moda y en el que, como dijo Gaultier, “todo el mundo se prostituye con grandes logotipos y cosas por el estilo”, Hermès sigue apostando por la atemporalidad, la elegancia y el saber hacer de sus artesanos.

Son muchos los iconos que representan la firma, desde las famosas cajas naranjas en las que se entregan sus productos, hasta sus emblemáticos bolsos Kelly y Birkin. El primero, llamado así simplemente porque Grace Kelly salió de una tienda con el accesorio en mano recién comprado y del segundo ya hablamos largo y tendido en su propio post ya que, con el tiempo, ha llegado a ostentar el honor de ser el bolso más caro del mundo. Pero bueno, dejemos a un lado los icónicos bolsos con nombre propio, porque Hermès es mucho más que eso.

Si hay algo que representa a la firma es la marroquinería, en concreto la dedicada al mundo ecuestre, y es que la firma, en un principio se dedicó exclusivamente a ello. Fue Thierry Mugler, el sexto hijo de una familia dueña de una posada en Prusia quien, tras la guerra y las enfermedades, y tras perder a la mitad de su familia, tuvo que emigrar a París, donde montó, en 1837, una tienda de arneses para caballos.

Su trabajo debió ser impresionante, ya que pronto se convirtió en el artesano más deseado por la élite y la aristocracia y su negocio no hizo más que crecer.

Campaña de Hermès otoño invierno 2014

Por cada mano que ha ido pasando la firma, la cosa ha ido mejorando. El hijo de Thierry instaló la sede de la empresa en el número 24 de Rue du Faubourg Saint-Honoré, donde sigue instalada hoy en día, y aumentó el catálogo de productos de la firma añadiendo, por ejemplo, sillas de montar. El hijo de este, Emile-Maurice, amante de los viajes y la innovación, descubrió en un viaje a Canadá el “cierre relámpago”, algo que puede que te suene más si lo llamamos, simplemente, cremallera. Sí, en aquel entonces esto era una gran innovación. Compró la patente de este invento revolucionario con todo lo que eso puede suponer para una firma y lo empezó a utilizar en sus diseños. Más tarde, les vendería la licencia a otras grandes firmas como Chanel y Lanvin. Esta fue una gran época para la firma, en la que los productos definitivamente se diversificaron más allá de los caballos, confeccionando bolsos y bufandas de seda y haciendo colaboraciones con grandes artistas de la época como Le Corbusier, los hermanos Giacometti o Sonia Delaunay. Es aquí donde empieza el Hermès que conocemos.

En cuanto al Hermès de hoy, es innegable la importancia que tiene en el panorama actual de la moda y en ello han tenido mucho que ver los diseñadores que han pasado por ella. En 1997 se nombró director creativo de la línea femenina a Martin Margiena, hasta entonces ayudante de Jean-Paul Gaultier, y en 2003 fue el turno del propio Gaultier, responsable de los años dorados de la firma. Tras años intentándolo y acechando a la firma, en 2010, LVMH consiguió comprar un 20% de esta y ese mismo año Gaultier dejó la maison, para ser sustituido por Christophe Lemaire, ex director creativo de Lacoste. A este lo seguiría Nadège Vanhee, que tomó las riendas en 2014 y sigue al frente de la firma en la actualidad. Esta, formada en Maison Margiela (todo queda en casa), sigue la estela de lujo sin ostentaciones que define a la firma, basándose en la elegancia atemporal con guiños evidentes al mundo ecuestre, sin rendirse ante tendencias pasajeras, apostando por perdurar y, aun así, manteniéndose siempre en el calderero, ¿cuántas firmas podrían presumir de eso mismo hoy?

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