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Balenciaga cancelada

Es probable que las últimas semanas hayas oído algo sobre la última gran controversia en el mundo de la moda, que en este caso protagoniza la histórica firma Balenciaga. También es probable que no hayas querido hacerle mucho caso al tema porque, en la moda actual, cada día, alguien mete la pata de nuevo y, aunque al principio nos enfademos mucho, al final no termina pasando nada. Pues bien, hemos esperado un poco para hablar de lo que ha pasado con Balenciaga a la espera de saber si esto iba a olvidarse pronto sin ninguna consecuencia real pero, parece que, esta vez, la cosa va en serio.

Aunque nuestra sociedad acepta sin problemas cuando los diseñadores o las firmas atacan a ciertos colectivos, hay otros que son intocables y Balenciaga ha dado con uno de ellos: los niños. Súmale a esto una desastrosa gestión de la crisis desde la firma y un mundo en el que si no cancelas de inmediato significa que estás del lado del cancelado y el resultado no podía ser otro: Baleciaga, la firma que estaba en lo más alto y que todo el mundo quería vestir, el logo más deseado que podía vender hasta bolsas de basura, ha sido cancelada.

Desde que Demna Gvasalia es el director creativo, Balenciaga está acostumbrada a las controversias y no le va mal, a menudo estas controversias son buscadas y no hacen más que poner el nombre de la firma en boca de todos y agrandar así su prestigio. ¿Pero qué ha pasado esta vez?

Todo empezó con una campaña llamada Balenciaga Gift Shop fotografiada por Gabriele Galimberti, un fotógrafo ajeno a la industria de la moda que antes había publicado un libro con imágenes de niños posando junto a sus juguetes. La especialidad del fotógrafo es esa, retratar a la personas junto a sus posesiones para mostrar así lo que estos objetos cuentan sobre nosotros. En este caso, para la campaña de Balenciaga, los niños posaban junto a peluches que vestían accesorios propios del BDSM, copas de vino, correas, cinta americana y demás parafernalia que, como mínimo, podríamos tachar de inapropiada. Como no, la red estalló como tanto le gusta hacer a la red, y empezó todo.

Esto ocurría a mediados de noviembre pero, por si fuera poco, la gente empezó a indagar en otras campañas de la firma y encontraron que en las imágenes de otra campaña anterior, una de Garde-Robe en la que posaban Nicole Kidman, Isabelle Huppert y Bella Hadid en una oficina, si ampliabas lo suficiente, podías ver que los documentos usados como atrezo de la oficina, eran copias del fallo de 2008 de la Corte Suprema en el caso Estados Unidos contra Williams, caso que trató, precisamente sobre pornografía infantil, además de otros libros que, de alguna manera u otra, se han relacionado con el tema.

Sea como fuere, la tormenta estalló y a Balenciaga se le acusó de normalizar e incluso romantizar el abuso y la sexualización infantil. ¿Qué vino después? Primero quisieron colgarle el muerto al fotógrafo de la campaña principal, que aseguró más tarde que los objetos y las localizaciones de las sesiones las eligió la propia firma y que, por supuesto, gente del equipo había estado presente en todo momento (es difícil creer que nadie más que el fotógrafo viera las imágenes antes de publicarlas). Así, Balenciaga terminó de liarla por completo al no hacerse responsable desde el primer momento. Más tarde, cuando todo estaba ya perdido, llegaron las disculpas públicas. Por un lado la de Demna, que aseguraba lo siguiente: “aunque me guste provocar una reflexión a través de mi trabajo, jamás tendría la intención de hacerlo con algo como el abuso infantil, que condeno. Punto.” Por otro lado, Cedric Charbit, director general, anunció varias medidas que la empresa y él mismo habían tomado para proteger a los niños.

Las disculpas llegaban tarde y las redes sociales ya no perdonan. La gente empezó a subir vídeos destrozando productos de Balenciaga (esto se está convirtiendo en tradición en las cancelaciones), imágenes de las tiendas totalmente vacías empezaron a circular e incluso Kim Kardashian, amiguísima de Demna e imagen principal indiscutible de la firma durante años, se vio forzada a hacer una declaración al respecto colocándose en contra de la maison. Balenciaga pasaba a ser de la más querida a la más odiada en cuestión de días y la cosa cada vez va a peor.

La firma borró todo su Instagram, en el que ahora mismo solo hay un vídeo con imágenes de archivo deseando un feliz año nuevo y declaraciones sobre distintas materias (esta incluida). Mientras tanto, no podemos hacer más que esperar al próximo paso y a la decisión que tome Kering, dueña de la firma, al respecto, recordando que la propia Kering no tiene problemas en deshacerse de diseñadores exitosos, y si no que se lo digan a Alessandro Michele.

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